El rojo es uno de los colores más
preciados, y lo ha sido durante millones de años. Por todo el mundo, en
diferentes culturas, el rojo se ha hecho servir para representar el peligro,
valor, pasión, violencia y belleza. Aunque los humanos pueden ver una variedad
de intensos rojos en la naturaleza: las flores, los insectos, el color de la
sangre y el fuego, recrearlo era otro tema. Los artistas y los tintoreros
europeos anhelaban conseguir el rojo perfecto. Hasta el siglo XVI los mejores
rojos fueron los que provenían de otro insecto, nombrado kermes vermilio. Las pinturas
rupestres de Francia, los rollos del mar Muerte y las vendas de las momias egipcias
estaban teñidos con este tinte. A pesar de eso, en comparación con los rojos de
la naturaleza, el tinte del kermes
vermilio parecía apagado y
deslucido.
Alrededor de siglo XIV, los incas y los aztecas de América producían
un tinte extraordinariamente rojo proveniente de las cochinillas Lo
consideraban tan valioso como el oro. Hacia el año 1520, los conqueridores
españoles vieron que los mercados aztecas se vendía in tinte rojo precioso.
Rápidamente aprendieron os secretos y lo llevaron a Europa, donde producieron
el rojo más intenso que nunca se había visto. El tinte tuvo un éxito inmediato.
El rojo se convirtió en el color de la realeza y la aristocracia y los
españoles ganaron una fortuna vendiendo cochinillas por el mundo.
Pero el secreto de las cochinillas estaba muy bien guardado.
La mayoría de europeos creían que el tinte era un extracto de frutas
del bosque o de cereales, porque los insectos secos parecían granos de maíz. El
acceso de cultivo de cochinillas estaba estrictamente controlado y muchos
trabajadores fueron asesinados por asegurar el secreto absoluto.
Un día, un naturalista francés introdució de contrabando cactus
cubiertos de insectos. En docenas de países se fueron creando
" rachas" de cochinillas. Esta fue la fuente principal de tinte
rojo hasta que se produjo los tintes sisméticos a finales del siglo XIX.
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